No
son misterios insondables los que azoran a la Alianza de Tranviarios de México
(ATM). Visiblemente, son intereses por conquistar un gremio que pueda ser usado
de trampolín para futuras operaciones monetarias y políticas por parte de
quienes hoy ejecutan cargos de importancia y de gran impacto para el Servicio
de Transportes Eléctricos (STE).
Tal
es el caso de su director Eduardo Venadero, quien no tiene la más remota idea
de las necesidades que requiere la Ciudad de México (CDMX) en cuanto a
transporte se refiere. Esto último, es posible mencionarlo con fundamento, sin
que resulten ser palabras echadas al viento, como pregón populista. Es decir,
se mencionan y se ponen a consideración de quien así lo desee, los enlaces
correspondientes para consultar la ficha curricular de Venadero, donde las
cosas están muy claras, pasó de ser activista para un partido a director de una
empresa que brinda un servicio de primera necesidad, donde están involucrados
los derechos y beneficios de los capitalinos en cuanto a un transporte
económico, limpio y sustentable se refiere.
Si a
ésta falta de ética laboral, le sumamos los intereses mezquinos de un seudo
político, que en su haber cuenta con una trayectoria clientelar y actúa como
verdadero mercenario, incluso con licencia para socavar los derechos de los
capitalinos y hoy, los derechos laborales de los agremiados a la ATM; entonces
la situación por supuesto que empeora y los hechos así lo demuestran con los
graves problemas sindicales que hoy enfrentan los trabajadores del transporte
eléctrico.
Por
supuesto, todo ese florilegio de insulsos, no son dignos del director del STE,
Venadero es minúsculo ante el verdadero ser maquiavélico que está detrás de
todo el embrollo. De Venadero Medinilla le son propios los hilos con los que es
manejado por el actor intelectual de toda la maraña de irregularidades y
violaciones flagrantes a los estatutos de la ATM, es decir, el Secretario de
Movilidad de la CDMX.
Héctor
Serrano Cortés, en su afanosa insistencia de preponderar el síndrome de
superioridad que lo caracteriza, recurre a la frase “el jefe de gobierno soy
yo”. Lo dice, lo cree y lo que es peor, así lo hace a diestra y siniestra, con
acciones en lo que él considera necesario hacer no con el fin de ayudar a los
demás, ni con la intención de resolver los problemas de transporte de la CDMX,
tampoco con la finalidad de atender los asuntos de movilidad que lo requieren;
sino con todo el descaro de obtener poder por el poder. Supremacía absoluta es
la prioridad de Serrano, al grado que en su aventurera premisa, se le ha
olvidado el verdadero quehacer político, en su lugar se ha dedicado a sobornar
a cuantos más pueda para manipularlos después. Toda una línea de corrupción y
des hato, le han caracterizado durante los últimos años, ya nadie lo quiere
dentro de las filas de su partido, pero tampoco hay quien se atreva a
mantenerlo a raya, impensable llevarlo ante las autoridades correspondientes
para someterlo a juicio y hacer que reciba todo el peso de la ley, ya que,
irónicamente, Serrano ha puesto en el poder a quienes hoy podrían detenerlo.
Este personaje de minúscula moralidad, es dueño de un plan esdrújulo, malévolo,
donde el beneficio es para él y para nadie más y si para conseguirlo tiene que
pasar por encima de una empresa, de un sindicato, de una base trabajadora, por
encima de las familias de los trabajadores; así lo hará sin el menor remordimiento.
FUENTES
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