¿No habrá llegado ya el momento de
intentar soluciones de fondo, de investigar alternativas probadas en otras
capitales del mundo?
10 de Abril de 2016
Vigente
aún la difícil y grave situación medioambiental prevaleciente en el Valle de
México, presentes sus consecuencias en la vida de algo más de ocho millones de
capitalinos, nada parece más urgente que exigir de autoridades en general, y
del gobierno de la Ciudad de México en particular, el inmediato abandono de
posturas, discursos y acciones más orientados a capitalizar políticamente en su
favor la crisis, que a plantear alternativas de solución verdaderamente
de fondo a la compleja realidad.
Esto último, amén de
insistir en el repudio de posicionamientos que, como los del cuestionado Miguel Ángel Mancera,
no parecen tener más propósito que el de la propia “victimización” (política)
ante la incapacidad manifiesta de su gobierno para resolver el problema o, más
allá, los de Héctor
Serrano, el actual secretario de Movilidad que, con bombo y
platillo, anuncia que autobuses, trolebuses y tren ligero prestarán el servicio
de manera gratuita consciente, como seguramente está, de la irrelevancia de la
medida… siendo que no son éstos la alternativa base de transporte para los
capitalinos.
¿No
habrá llegado ya el momento de intentar soluciones de fondo, de investigar
alternativas probadas ya en otras capitales del mundo y no estar pensando sólo
en forzar la entrega de millonarios presupuestos adicionales para atender la
contingencia? ¿Sería, por ejemplo, el (desplazado aquí) transporte eléctrico
una alternativa de transporte limpio y seguro, como afirman no pocos
especialistas, y como evidencia el uso del mismo en localidades con problemas
similares a los nuestros?
De
serlo, habría que pensar en dar marcha atrás a políticas que han sumido en el
abandono al mismo y que se evidencian en el hecho de que, en 15 años, no se
haya adquirido una sola unidad nueva de estas características y que, sólo por
ejemplificar, de los 280 trolebuses con los que cuenta ahora la Ciudad de
México, 60 se encuentren inutilizados por falta de mantenimiento y de los 220
restantes sólo 184 en promedio trabajan de manera cotidiana, pues 15% debe
regresar a los talleres después de prestar el servicio entre tres y seis horas,
amén de 20 taxis ecológicos y seis de los 24 trenes “ligeros”.
Evidencia irrefutable de
ello, habría que decir, es la información presupuestal que sobre el tema reveló
la Gaceta Oficial del Gobierno de la Ciudad de México,
según la cual el presupuesto asignado este 2016 a este tipo de transporte, es
el más bajo de los últimos cinco años —1,302.5 millones de pesos— o, si se
prefiere, una asignación 14.4% más baja, en términos reales a la otorgada para
el ejercicio fiscal anterior.
Hoy,
en medio de la grave crisis medioambiental referida, datos como los anteriores
mueven a no pocos actores sociales, y gubernamentales inclusive, si con
acciones como las referidas lo que se busca por parte de la autoridad
capitalina no es privatizar el sistema de transporte eléctrico como, de hecho,
ha venido ocurriendo con otros servicios…
La
pregunta ahí está….
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